Cuando pensamos en el momento de ser madres, muchas de nosotras imaginamos un parto natural, una lactancia exclusiva y la cálida sensación de llevar a nuestro bebé a casa en brazos, justo después de nacer. Sin embargo, la realidad a veces toma un rumbo diferente. Un parto por cesárea no planeado, la necesidad de alimentar con fórmula o la angustia de dejar a un bebé prematuro en el hospital pueden hacernos sentir que hemos fallado. Pero quiero recordarte algo esencial: el vínculo materno no depende de cómo llegan las cosas, sino de cómo las vivimos.
He acompañado a muchas madres que, con el alma en las manos, se sienten angustiadas y se preguntan si su amor sería suficiente cuando nada salió como esperaban. Y la respuesta siempre es la misma: sí, tu amor es suficiente. Ser madre es adaptarse, es luchar cada día, y sobre todo, es aprender a ser compasiva contigo misma. La conexión con tu bebé no nace solo del parto natural o de la lactancia exclusiva, sino de la forma en que miras, cuidas y respondes a sus necesidades, aunque el camino haya sido distinto al que imaginabas.
Cuando el parto no es como lo soñaste, puede dejar una sensación de duelo y frustración. Es normal sentir tristeza, pero recuerda que el amor no se mide en la forma en que llegó tu hijo al mundo, sino en cómo lo sostienes después.
Lo mismo se ve cuando hablamos de una lactancia materna que no funcionó como se imaginaba. La lactancia es un sueño para muchas, pero cuando las dificultades aparecen —como la baja producción de leche, el dolor o la necesidad de suplementar—, puede sentirse como una derrota. Pero no lo es. Amamantar, dar biberón o hacer lactancia mixta son solo formas distintas de expresar el mismo amor, sea a través de un seno o de un biberón. Lo que alimenta a tu bebé, más allá de la leche, es tu dedicación, tus caricias y la forma en que lo miras mientras lo alimentas. No te midas por los mililitros, mide tu amor en los abrazos, en los latidos compartidos y en las numerosas noches despierta cuidando a tu bebé.
Ya para las madres de bebés prematuros, salir del hospital con los brazos vacíos es un dolor que pocos comprenden. Las horas junto a la incubadora, la leche extraída en madrugadas silenciosas y las palabras susurradas a través del cristal son gestos heroicos que muestran cuánto puede hacer el amor a distancia. Cada gota de leche, cada canción cantada bajito y cada sonrisa detrás de una mascarilla, son puentes que construyen un vínculo irrompible. Tu bebé siente ese amor, incluso desde la unidad neonatal.
Así que, criar con el corazón es aceptar que los planes cambian y que la maternidad perfecta no existe. El vínculo materno no se quiebra cuando las cosas no salen como se soñaba; al contrario, se fortalece. Se construye en las noches sin dormir, en los miedos compartidos y en la valentía de seguir adelante, incluso con lágrimas en los ojos.
No importa cómo empezó tu historia, lo que importa es cómo la estás escribiendo, día a día, cuando nadie ve. Recuerda, mamá: no eres menos por las veces que has tenido que cambiar de plan; eres más por cada vez que elegiste amar, a pesar de todo. Porque, al final, el vínculo materno se construye con el corazón y no con las innúmeras exigencias que existen hoy en la idealización de una maternidad perfecta y que, al final, no existe. IC.
Por Bárbara Sodré
Experta en lactancia materna IBCLC y cuidados al bebé
@momandbabycarerd